miércoles, 12 de mayo de 2010

Oda 33



Abandona alma mía este cuerpo
pues de infinito crudo estás hecha
y cada fibra de mi ser sospecha
y se emociona con el trémolo argentino
de todo himno apasionado y sincero.

Saborea alma mía este paseo
pues humilde rúbrica espera
a quién a buscarla se acerca
desvelando la belleza del platino,
de la madera, del tango y del cuero.

Resiste alma mía una batalla más,
pues urgida has sido a defender la brecha
aun desangrada y maltrecha,
ya que el amor te anima
y que de amor ebria estás.

Entona alma mía un nuevo canto,
que sea timón y punta de flecha
para defender a los que el mundo acecha
susurrando quimeras de humo,
canto que sea expresión de lo más audaz.

Consúmete alma mía en el ardor de este fuego
como gota que se pierde en el mar inmenso,
como espiga dorada llevada por el viento,
como rayo de sol en el frío invierno
y como niño arrojándose en brazos de su Padre atento.

Café



- Ayer vi un pino llorando café sobre una calzada romana, y entre los adoquines fluían ríos de café - dijo Don Lillón algo meditativo.
- No te pongas en plan poeta, y menos a estas horas de la mañana Li - dijo Hurire algo molesto.
- Pero es verdad... La calzada conducía a una pequeña villa en la que habitaba un legislador con su familia...
- Esta bien, pues vamos a desayunar y me lo cuentas allí, con un café y el estómago lleno.

Entonces tomaron sus gabardinas y sus sombreros y salieron del apartamento. Hurire y Don Lillón vivían por aquel entonces en la Calle de los Coloreros, una pequeña calle que conecta la Calle Arenal con la Calle Mayor, en el corazón de Madrid.

Bajaron a la calle sin cruzar una sola palabra y se dirigieron a la cafetería de la esquina. Una vez allí, se sentaron en una mesa que estaba pegada a la ventana, se quitaron las gabardinas y pidieron dos cafés, uno con leche y otro sólo y dos croissants.

Hurire comenzó a preparar una pipa, mientras Don Lillón continuaba con la misma mirada perdida que solía llevar en la cara.

- Bueno Li, continua con tu pino y tu villa romana - le animó Hurire mientras trabajaba en su pipa.
- El legislador se llamaba Patricio y vivía con su familia. Entonces vi como el río de café entraba en su casa. Esto es curioso porque en época de los romanos no había café, pero allí estaba, colándose por todos los recovecos de la casa del legislador - narraba Don Lillón mientras removía de forma mecánica su café.
- Sí, realmente curioso...- contestó Hurire un poco aburrido de la historia de Don Lillón, mientras aspiraba lentamente el humo de su pipa.
- Después el río de café llegó hasta una pradera, una verde pradera asoleada, y la fresca hierba y la tierra se tiñeron del tostado del café.
- Oye Li, ¿y qué significan estos sueños tan extravagantes que tienes? - preguntó Hurire cortesmente.
- Que este mundo se chamusca Hurire, que este mundo se inunda de una negrura tostada, que la tierra está absorbiendo ese líquido oscuro, que estamos avocados a ahogarnos en la oscura ola que se cierne sobre nosotros.
- Ciertamente Li, este mundo apesta, ¡qué mala suerte vivir estos tiempos!
- ¡No amigo Hurire! El problema es que pensamos que no somos libres cuando las circunstancias externas nos son desfavorables, lo que no sabemos ver es que si nuestra libertad sometiera esa rebeldía contra todo lo que escapa a nuestra voluntad, veríamos lo positivo de un mundo cubierto de café.
- ¿Y qué hay de bueno en un mundo cubierto de café Li?, todo se echaría a perder.
- No amigo Hurire, al menos nos mantendríamos despiertos. ¡Qué tiempos tan preciosos para vivir, qué tiempos tan apasionantes para dejarse sorprender y qué honor tanta dificultad en nuestros caminos Hurire, pues prefiero la muerte a la tibieza!


lunes, 19 de abril de 2010

cardiomental



cabeza y corazón en eterna desazón,
lenguajes distintos, distinta realidad
alientan separados matices de pasión
inflamando febrilmente el vuelo de libertad

cabeza y corazón, centinela y espadón
esencialmente diferentes, difiriendo en esencia,
jugando al escondite tras cada escalón,
de livianos ecos de ausencia

cabeza y corazón, testa y cardión
radio de rueda y ángulo de esquina
que erosiona el desaliento dulzón
y la esperanza esquiva

cabeza y corazón,
idealismo premeditado,
meditación demostrada,
demostración soñada,
fe razonable,
sangre caliente,
cabeza y corazón


miércoles, 24 de marzo de 2010

amargeleT




Escribo desde Marzo STOP Life goes easy STOP
Llueve a veces STOP Otras veces no STOP
La vida transcurre tranquila STOP pero con pasión STOP
¿Conoces ese sentimiento? STOP
Pasión por vivir STOP Vivir con pasión STOP
Vivir, vivir STOP

Aquí mastico minutos STOP
y saboreo desenlaces STOP
lentamente STOP muy lentamente STOP
la tierra es árida STOP
pero cruje cuando se humedece STOP
y se humedece de agua viva STOP

Aquí Coronel a la espera STOP
solicita órdenes precisas STOP
muriendo su propia voluntad STOP
sirviendo libremente STOP

Cierro telegrama con una reflexión STOP

Cada día regala muchos minutos STOP
y se puede sobrevivir a ellos STOP
o escribir en cada uno de ellos STOP
Pasando de puntillas por el tiempo STOP
O embarrándose los zapatos STOP



lunes, 1 de marzo de 2010

Aporías



¿dejarás que me vaya a pasear por los atardeceres? o por el contrario, ¿tendré que quedarme aguardando a que haga buen tiempo?

¿dejarás que tome hielo picado en invierno y café caliente en verano? o por el contrario, ¿tendré que ser respetuoso con el calendario?

¿dejarás que continúe sin ponerle sal a ninguna comida? o por el contrario, ¿no distinguiremos los sabores por aquello de ser prácticos?

¿dejarás que los domingos me levante pronto y tueste mis ideas al sol? o por el contrario, ¿querrás que durmamos en un sueño hogareño?

¿dejarás que respire aire gélido? o por el contrario, ¿cuidaremos nuestra salud?

¿dejarás que cante alegre cuando nos perdamos o cuando sangremos? o por el contrario, ¿esperarás de mi una reacción natural frente al dolor?

¿dejarás que hable cada día con el cielo? o por el contrario, ¿querrás que pongamos toda nuestra atención en lo que pasa delante de nuestros ojos?

¿dejarás que pinte las paredes con mis manos? o por el contrario, ¿tendré que usar brocha y pincel como esta mandado?

¿dejarás que camine por la vida despeinado? o por el contraio, ¿tendré que peinar mi rebeldía?

¿dejarás que escriba sin tinta ni papel? o por el contrario, ¿querrás conservar los latidos para siempre?

¿dejarás que juegue con marionetas e invente historias? o por el contrario, ¿querrás divertirte de forma madura y adulta?

¿dejarás que sea radicalmente sincero? o por el contrario, ¿me pedirás mentiras piadosas y dulces escondidos?

¿dejarás que me pase tardes y noches contemplándote sin hablar? o por el contrario, ¿me pedirás que nuestra vida no tenga nunca silencios?

¿dejarás que nademos juntos sin tener un destino fijo, eligiendo azarosamente nuestra meta? o por el contrario, ¿querrás tener destinos prefijados, eficiencia en los esfuerzos y claridad de objetivos?

¿dejarás que perdamos juntos el tiempo? o por el contrario, ¿mirarás preocupada tu reloj?





Yo te prometo que te dejaré ser tu, y ojalá me cueste mucho

viernes, 26 de febrero de 2010

Texturas



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Ocho cuentos y medio antes de ir a dormir, ocho horas y media durmiendo antes de empezar el día, ocho días y medio antes de comer fresas con nata, ocho fresas y media antes de acariciar mi guitarra, ocho canciones y media antes de cerrar los ojos, ocho ojos y medio me miran cada mañana, con una sonrisa tímida y un ligero vaivén calmado, ocho mañanas y media frías y ocho mañanas y media calientes, ocho veces y media más calor que en el desierto, ocho meses y medio de desierto, ocho ochos y medio.



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Instrucciones para poner la mesa.

Primero despeje la mesa de todo tipo de objetos que sean ajenos a este procedimiento, tales como jarrones, libros, peluches, bufandas, yoyós y pinceles.

Una vez hecho esto coja un mantel y cubra con él un trozo de la mesa. Cuando la sábana con la que acaba de arropar el tablero haya dejado escapar todo el aire bajo ella entonces proceda al segundo paso.

Segundo, tome un objeto redondo y llano llamado plato, lo reconocerá fácilmente porque se asemeja a la Luna, y ahí es donde usted luego depositará los alimentos, para que la Luna los acaricie, para que la Luna los sostenga.

Tercero, tome un tenedor. Un tenedor es un utensilio alargado, generalmente metálico, acabado en tres (o más) púas. Este tenedor debe ser el centinela que vigile la costa occidental de la Luna, de tal forma que quede al lado izquierdo del plato, descansado recostado.

Cuarto, tome una cuchara. Una cuchara es un utensilio alargado, generalmente metálico, acabado en una superficie cóncava. Esta cuchara debe ser la primera dama de la Luna, que cuide su costa occidental junto a su esposo el cuchillo, de tal forma que quede al lado derecho del plato, descansando recostada.

Quinto, tome un cuchillo. Un cuchillo es un utensilio alargado, generalmente metálico, acabado en una superficie filosa por uno de sus lados, a veces el filo es sustituido por una sierra. Este cuchillo, debe ser el consejero de la Luna, que cuide su costa occidental junto a su fiel esposa la cuchara, de tal forma que quede al lado derecho del plato, descansando recostado.

Sexto, tome un vaso. Un vaso es una torre de cristal, una torre transparente que contendrá el agua. El vaso sitúelo justo encima de las púas del tenedor, de tal forma que el centinela pueda subir a la torre para vigilar y velar por la seguridad de la Luna.

Séptimo, y por último, tome una servilleta. Una servilleta es una pequeña sábana cuya misión consiste en acariciar su cara para recoger restos de comida. Esta fina seda debe situarse a la izquierda del tenedor, de tal forma que el centinela no se vuelva demasiado arisco y tosco, y que mediante esta prenda de su ama, la Luna, recuerde su delicadeza y su belleza.



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Ernesto trabaja duro, trabaja mucho y muy duro. Él es carpintero. Y tiene unas manos duras y callosas como todo buen carpintero.

Ernesto es un artista de la madera, desde niño se divertía tallado palitos y trozos de madera. La madera es su vida. Su vida es la madera.

Ernesto se gana el pan de cada día vendiendo su trabajos de artesanía, desde mesas a juguetes, pasando por puertas y cucharas de cocinar. Cada día crea un nuevo objeto, cada día alumbra una nueva idea y la imprime en madera. Día tras día la madera de Ernesto entra a su taller siendo un simple pino o un simple fresno y sale convertida en un simpático caballito, o en una simpática estantería.

Pero Ernesto no sólo trabaja la madera para ganarse el pan, sino que él da vida a la materia inerte, infunde un alma en la materia prima que la naturaleza le regala, inyecta sangre tibia en las venas donde antes sólo circulaba savia bruta.

Ernesto es un padre, un padre amoroso que regala vida, y aunque su hija la madera le brinde astillas en los dedos y serrín en los ojos, Ernesto es todo caricias para la niña de sus ojos, Ernesto siempre la trata con dulzura y delicadeza.

Ella, su hija, es rebelde, a veces huye de las manos de su padre, pensando en el dolor que va a padecer. Pero no sabe que detrás de ese pequeño dolor, detrás de ese serrucho, o de ese martillo, se encuentra una nueva vida para ella. El dolor se transforma en vida.

Ernesto cambia el mundo con su trabajo, construye con sus propias manos, con sus manos creadoras. Ernesto es carpintero. Y el eterno amor se sirve de este pequeño instrumento.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Sin conservantes






Tierra de viento y de verde fragancia,
tierra de aire frío y de frescos paseos,
tierra muscular y de tensión y de magia,
tierra relajada y tierra de faros.

Noche de luna bronceada,
noche de pasos decididos y noche de canciones silenciosas.
Luz invernal de brillo tostado,
candelas refulgentes danzando fervorosas.

Rocas de esponja acariciadas por aguas prehistóricas,
brotes tiernos de sabores olvidados,
cama de hojas secas y hogareñas,
diminutos segundos de libertad robada.

Amor en estado puro, amor sin refinar,
amor embarrado y rústico,
amor con espina y escamado,
amor roto y sanado,
amor de cicatriz y recuerdo, de madera y carbón, de Babilonia y de Ortiguera,
amor de papel reciclado,
amor sin destilar, sin pelar, sin cocinar, amor crudo,
amor desinteresado, sin brillo ni adorno, amor sin guirnaldas,
amor de estío, amor invernal y amor otoñal.

Luces y nieblas de una historia en movimiento, caminos sinuosos de una vida en tensión creadora, vínculos esencialmente esenciales, raíces de un alma que vibra, vibración armónica de un espíritu indomable, hálito vivo de rebeldía (incendiaria).


Mientras conserve lo esencial...


domingo, 7 de febrero de 2010

Bitter schön



Me gustan los sabores amargos. Me gustan los sabores amargos y cada día mi paladar se acostumbra más al embarrado y áspero tacto del sabor amargo.

Son sabores que engañan, que esconden mucho más de lo que muestran. Tienen una primera impresión que decepciona, pero una fidelidad y una tosquedad que me enternece.

Son sabores rurales y despreocupados por su recibimiento público, sabores que no temen al rechazo. Son el pomelo, el mate y el chocolate negro. Son la tónica, la cerveza y el caramelo de café.

Son también los aires del Norte y la lluvia de la primavera. Las lágrimas de la victoria y las de la derrota. Los libros de tapa dura, los discos de vinilo, los vinos viejos, la goma quemada, el timón de mercurio, los zapatos con agujeros, los estanques verdes y el perfume de nenúfar.

Me gustan los sabores amargos. Me gusta que mi lengua se encoja al principio y que vaya confiándose poco a poco. Me gustan los procesos lentos. Me gusta edificar. Sobre todo me gusta arriesgarme y tener qué perder, tener mucho que perder; y la eternidad por ganar.

Me gusta poner toda la carne en el asador, y que la carne se haga mucho, incluso que se queme y se chamusque y que adquiera ese sabor amargo de carboncillo. Me gustan los sabores amargos antes de ir a dormir.

Sabores como el del calabacín, el del yoghurt natural y el de las cerezas jóvenes. Sabores como el del periódico, el del jabón y el de la escarola.

Me gusta morder la piel de la naranja y la del limón, porque son muy tímidas. Tímidas como el sabor a cobre y a ocre.

Me gusta ser naturalmente irracional, como el sabor amargo, y pasar desapercibido y experimentar mi debilidad, y ser auténtico como el sabor amargo lo es. Fuerza que se hace perfecta en la flaqueza.

En definitiva, me apasiona el sabor amargo, el gran incomprendido, el rechazado entre sus hermanos dulces, salados y ácidos.

martes, 26 de enero de 2010

Lentillas temporales



Es muy sencillo, solamente tienes que coger mis retinas, cógelas por el borde, porque aunque no son muy delicadas se ensucian si las coges por el centro. Cuando las hayas echado en el vidrio con agua, entonces añade un poco de nitrato de amonio y apaga la luz.

Pon un cuadradito de papel cebolla (de unos 5 centímetros de lado) encima del vidrio. Es importante que el papel cebolla sea de color fucsia.

Cuando el nitrato reaccione con mis pupilas, la imagen quedará revelada en el papel cebolla.

Entonces verás que sueño en blanco y negro y tú no te lo creías, verás también que le tengo miedo a la oscuridad, verás que mis recuerdos tienen banda sonora, pero que mi futuro desafina.

Si te fijas con cuidado también verás como usaba libros de almohada, para leérmelos mientras dormía, verás que inventaba instrumentos de música con botes de lápices, y que hablaba con ratones de fieltro.

Espero que encuentres todo de tu agrado.

Cuando hayas terminado, lávalas con abundante agua, y si eres tan amable, colócalas otra vez en su sitio, entre mi mirada y mi pensamiento.





PD: si quieres te las alquilo por tiempo indefinido, pues me sobran los ojos para contemplarte