martes, 13 de octubre de 2009

Microcosmos



Súbase encima de un hoja diminuta,
póngala bajo sus ligeros pies,
trepe hasta lo alto de un trébol,
contenga la respiración,
un poco más aún;

déjese caer, cortando el aire con la hoja,
planeando sobre la gravilla
y la corteza del jardín,

aspire el aire tibiamente gélido,
hasta que note un hormigueo en sus pulmones,
ese hormigueo se llama Limpausa,
por lo menos aquí, en mi mundo.

Divise alguna hormiga,
dígale "Adiós" con la mano,
y mire al horizonte,
a ese superlativo horizonte,
que amanece tan temprano y tan húmedo y tan fresco,
pero que no es más que sublime poesía.

Y entonces, y sólo entonces,
anímese a cantar algo aporético
apologizando el apocalíptico apodo
de Apolonio.


Apogeo revestido de guirnaldas. Carmesíes.


hágase primero pequeño, ya hablaremos después de ...