domingo, 21 de junio de 2009

Hipersensitividad


Siento tus latidos como el metal de la trompeta
temblando de emoción antes de escuchar su canto,
puedo oir cada uno de los gramos de aire
que inspiras y que renuevan de vida tus palabras.

Saboreo la lágrima que tímida resbala por tu mejilla
y que me dice que esta noche habrá muchas más como esa.

Puedo ver y contemplar el brillo anaranjado de tus ojos,
que aunque melancólicos, me hablan de primavera y misterio
y misericordia, pulso que late y erosiona tu brío.

Vivifica, hilvanando de esperanza, el sonido de tus pensamientos
fluyendo azarosamente por tu mente despejada y clara el girar del universo
altivo y soberano.

Musa clandestina de exóticos poemas
y misterio perenne.
Hoy veo tu risa, eterna, dulce como vino afrutado.

No te dejes inundar por esa marea grisácea
a la que llaman cínicamente racionalidad,
pero descuida, que yo estaré atento y vigilante
para salvaguardar tus pilares de mármol blanco,
tus fuentes de agua plateada y tu bandera celeste.

Centinela del primer albor de tu belleza
y del último destello de tu aérea esencia.