viernes, 8 de mayo de 2009

Firmado: Yo


Querido usted:


No sé si estará ahí ahora mismo para leer esta carta que le estoy escribiendo, ni siquiera se si algún usted la leerá algún día.

Podría narrarle fidedignamente todos los acontecimientos de mis días, desde que nací en Septiembre de 1990 hasta el día de hoy, o directamente hacerle un breve repaso de mi vida; pero es probable que no tenga tiempo para leer un testamento anónimo.

Y como es probable que le falte ese tiempo, también es probable que diariamente pase por alto todos los pequeños detalles que humilde y sutilmente decoran su ocupada vida. Es probable que amanezca ya en el trabajo o en clase y que vea correr el minutero del reloj tan vertiginosamente como ve pasar los rostros anónimos del metro.

De la misma manera es probable que ayer le parezca igual que hoy y que piense que al fin y al cabo la vida sigue y que de eso se trata todo, de vivir. Es probable que se sienta solo en este mundo, que piense que al fin y al cabo las personas fallan y que eso es todo y que hay que seguir viviendo.

Muy probablemente no recuerde quien fue la quinta persona que se encontró ayer a lo largo del día ni tampoco se acuerde del cumpleaños de más de quince personas.

Es probable que hoy haya oido muchos sonidos, pero es más probable que nunca haya escuchado la melodía que nace de las hojas arrastrándose por la acera ni del cabello agitado por el viento.

No se ofenda ni crea que le reprocho nada, porque casi todas estas cosas yo tambien las hago y simplemente trato de mostrale con ternura algunas de las cosas que son más importantes en mi vida.

Me gustaría creer que alguna vez ha sentido esa sensación de hogar confortable que le recorre todo el cuerpo al abrazar a un desconocido o que ha llorado una lágrima cuando olió por primera vez el olor de una vela encendida.

Y me haría inmensamente feliz saber que usted cree que el amor es la fuerza más grande.

Me encantaría pasar horas con usted hablando en un parque y poder descubrir, si me dejara, todo lo que le apasiona, lo que sueña y lo que olvida; pero es probable que Dios aun no haya cruzado nuestros caminos y digo probable, porque también es probable que le conozca, ya que mi carta no tiene más destinatario que usted, el que ahora lee estas palabras.

Probablemente se preguntará qué quiero decirle con esta carta, porque remover conciencias nunca ha sido mi meta ni creo que tenga derecho a hacerlo.

Asique lo único que quiero decirle con esta carta es que le amo, plenamente y con lo más profundo de mi alma y de mi ser, que amo sus inseguridades y sus inexperiencias de la misma manera que amo sus victorias y sus anhelos, que aunque no le conozca, y es probable que nunca llegue a hacerlo, le amo, sin máscaras y sin apariencias, con su historia y con su magia, con su inigualable originalidad le amo.


Hoy y siempre, le amo.


Sinceramente

1 comentario:

Anónimo dijo...

Precioso...