sábado, 30 de mayo de 2009

Beneficentiae

Quiero transmitirle una reflexión sobre la bondad humana y me he permitido la licencia de hacerlo de diversas formas para que pueda elegir la que se asemeje más a su persona y que le sea más sencillo apreciar. Con esto no trato de poner etiquetas a nadie, más bien todo lo contrario, que cada uno en su orginalidad forme parte de la misma idea.


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Para los que piensan con la cabeza, aman la razón y creen solo lo que ven.


Ya nos encargaremos mañana de la quietud del universo, y déjenme hoy proponerles un nuevo discurso. Y es que de lo que quiero hablarles no es ni más ni menos que de la existencia de la bondad en el hombre y de la medida en la que esta supuesta bondad afecta al transitar del universo.

Parece claro que se observan, o si lo prefieren atisban, en las obras humanas un grado de intencionalidad en ellas. Si efectuáramos ahora una distinción binaria entre dos tipos de intencionalidad y las pusiéramos una etiqueta, obtendíamos dos nuevos adjetivos con los cuales poder clasificar las acciones humanas.

No tendría que pasar mucho tiempo para observar que esta distinción binaria no basta para clasificar el conjunto de las acciones humanas, tanto las presentes, como las pretéritas.

Es por tanto que tendríamos que fabricar una escala, una graduación entre estos dos valores extremos de BIEN y MAL. Nos plantamos ante ardua tarea, pero tratemos de ser asépticos y metódicos en nuestra investigación y propongamos una escala objetiva para este estudio.
Tomemos pues una escala absoluta de 0 a 10 de tal forma que asignemos un valor de esta escala en relación con la proximidad o lejanía del objeto de nuestro estudio a el máximo o mínimo de dicha escala.

Déjenme ahora plantearles un dilema. ¿Sería suficiente esta escala para valorar el conjunto de las acciones humanas, tanto las presentes como las pretéritas, teniendo en cuenta todas las variables que influyen en la decisión previa a la realización de la acción?¿Si aumentáramos esta escala de 0 a 100 bastaría?¿Y de 0 a un millón?

Es claro que si empezamos a valorar estas variables encontraríamos algunas como: la voluntad de hacer bien o mal, la educación previa recibida por el individuo, la cultura en la que se encuentra el individuo, sus creencias religiosas, su moralidad, los posibles efectos primarios y secundarios de su acción... Parece claro que no hay forma, ni la habrá jamás, de hacer un análisis exhaustivo de la intencionalidad de las acciones humanas teniendo en cuenta todas las variables que afectan a este proceso y eligiendo una escala apropiada para su correcta clasificación.

Entonces debemos concluir que no existen acciones puramente buenas o puramente malas. Con esto no quiero inducirles a un relativismo moral, ni mucho menos; pero si quiero concluir afirmando que, y ahora voy a ser subjetivo, la bondad de la acción realizada por cualquier ser humano debe ser medida por el amor que se imprimió al realizar esa acción. Porque si bien saben, como afirmábamos en nuestra clase de ayer, es el amor la fuerza más poderosa del universo. ¿Se acuerdan cómo llegábamos a esta conclusión ayer?


Simplemente recordarles para los que no vinieron, que la única cosa en este mundo que hace sacar a relucir los mejores talentos y cualidades de las personas únicamente es el amor.

Muchas gracias caballeros.


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Para los que aman la música y creen que una canción cambiará el mundo





Y es que la bondad suena y resuena límpida y pulcra y este es su himno.


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Para aquellos para los que una imagen vale más que mil palabras






Compartir en la pobreza siempre ha sido la virtud más perfecta.


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Para aquellos para los que mil imágenes valen más que unas pablabras






la esperanza para el futuro...


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Para aquellos para los que diecisiete sílabas valen más que cualquier imgen y cualquier sonido



pequeño brote

inmanente, perfecto

árbol de vida



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don pacífico

que ígnea firma imprime y

sana en silencio




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Para aquellos para los que diecisiete sílabas son pocas para esbozar nada


Si falta la inocencia se desdibuja
la belleza del vivir extraordinario,
la imaginación del visionario,
y el existir se torna amargura.

Humana inmanencia que silenciosa
ayuda a reparar la malherida
conciencia, irracional utopía
que renuncia a una vida de prosa.

Premio y condena de su tímido amante,
pero condena dulcificada
y premio clandestino y palpitante.

Firma sobre tela no imprimada,
pompa de jabón que asciende brillante
hacia nube esponjosa y satinada.

Rumor intachable y libertario,
fugaz, insigne, puro, literario.

Legatto incesante de gotas de agua
y del ardor de las brasas su ascua.

Inocente retazo de libertad.

Bondad

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Para aquellos que piensan que lo que se quiera decir hay que hacerlo con humor



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Y para aquellos que un relato real de personas reales de carne y hueso es lo único que vale.



(Este relato no trata de ser literal ni en los nombres de las personas ni en las palabras, pero si hacer justicia a la esencia de la historia)



Como cada sábado, me dirigía hacia la casa de la calle Serrano en la que quedábamos todos los sábados a las 20:00. Cuando llegúe, Jorge ya había partido las barras de pan y Fátima ya había calentado el caldo. Me pusé a untar los trozos de pan con queso Philadelphia mientras Sergio ponía salchicas a los bocadillos que ya había untado y Pedro los envolvía con papel de plata.

Cuando todo el caldo estuvo caliente, Andrea lo guardó en varios termos. Ya estábamos listos. Lo metimos todo en los maleteros de los coches y los seis nos fuimos hacia Plaza España. Cuando llegamos, aparcamos donde pudimos y bajamos la comida del coche.

Esa noche era especial, aunque aun no lo sabíamos.

La primera sorpresa. En el subterráneo de Plaza España era el cumpleaños de Vasiliy, uno de los rusos que habíamos conocido la semana pasada. Nosotros lo sabíamos y habíamos llevado una "sorpresa", una caja de Ferrero Rocher, todo un lujo tanto para nostros como para ellos. En cuestión de 5 minutos el lúgubre y triste pasadizo de Plaza España se convirtió en el lugar más alegre que se pudiera imaginar. Yo saqué la guitarra y todos nosotros y las demás personas que allí vivían comenzamos a bailar y a cantar "Cumpleaños Feliz" a Vasiliy, mientras disfrutábamos de los bombones. Fue un lujo de alegría en un mundo de pobres.

Creíamos que el resto de la noche, comparado con aquello, iba a ser más ordinario.

Entonces llegamos a Ópera. Yo fui a hablar con Teresa, la mujer que vende libros a la salida del Metro de Ópera, porque la semana anterior no me dió tiempo.

- Hola Teresa.
- Hola, hola.
- Que tal la semana, ¿ha vendido muchos libros?
- Eh... bueno, no muchos.
- ¿Quiere un bocadillo y un caldito calentito que le traigo Teresa?
- Gracias majo, pero mejor dáselo a aquellos hombres de ahí - me dijo señalando a un grupo de hombres tumbados en los bancos de la plaza - que ¿sabes una cosa? a mi los de ahí... los de Rodilla, me dan algunos bocadillos que ya no van a vender y seguro que aquellos hombres los necesitan más que yo.
- No se preocupe Teresa, no ve que algunos de mis compañeros ya está con ellos, tenemos suficientes bocadillos. Venga coga uno. ¿Le importa que me siente aqui con usted?
- Que va, claro.

Entonces serví dos vasitos de caldo y comenzamos a hablar, más bien, yo comencé a escuchar.

- ¿Cómo me habías dicho que te llamábas majo?
- Juan Carlos Teresa, me llamo Juan Carlos.
- Eso Juan Carlos, sabes, esta semana he ido a la Comunidad de Madrid a pedir los permisos para tener este puesto - dijo señalando la tabla mal-montada con dos caballetes y llena de libros viejos sobre la que reposaban nuestros vasitos de caldo.
- Eso está muy bien Teresa.
- Además me han dicho que me van ayudar a pagarlo, porque cuesta tres mil euros tenerlo en "alquiler".
- Que bueno.
- Porque la diferencia es que yo trato de luchar y seguir adelante, no como otros que solo piden porque son unos vagos.
- Eso tiene mucho mérito.
- Porque yo, cuando estaba casada... Estuve casada con un directivo de X (empresa) y teníamos una casa muy bonita, y no vivíamos nada mal. Lo que pasa es... que ya sabes... las drogas y eso... y el alcohol...
- No se preocupe Teresa, no pasa nada.
- ¡Yo no tomaba nada! Era él. Y luego me pegaba. Unas palizas... Y mírame, que así estoy ahora, tengo una deficiencia mental del treinta por ciento, por las palizas.

Me quedé sin saber que decir. Únicamente podía mirar con ojos de tristeza.

- Pero él fue a la carcel.
- ¿Por el maltrato? - pregunté yo.
- Que va, por estafar a su empresa y robar dinero. El muy desgraciado encima les robaba. Pero en realidad yo no le guardo rencor, al fin y al cabo es una persona y le he perdonado. Pero mi vida cambió, y aquí me ves, con mis libros. Pero salgo adelante. Ahora lo único que quiero es poder tener suficiente dinero para comprar un piso con una amiga mía...
- Ya verá como en unos meses ya no la veo por aquí.
- ... En cuanto tenga un piso voy a dar la mitad de mi dinero a Cáritas, para construir colegios para los niños en África, para que puedan estudiar y ganarse la vida.
- Eso es increible Teresa - dije conteniéndome las lágrimas.

Ella hizo un gesto de no entender mi halago, como si su acción le pareciera lo más natural del mundo. Bebió un sorbo de caldo. Yo otro.

- Bueno Teresa, siempre es un placer. La semana que viene vendré otra vez por aquí, y le traeré algunos libros viejos que tengo en casa. También le traeré una manta, porque ¿tiene frío por las noches?
- No te preocupes... Juan...
- Juan Carlos.
- Eso Juan Carlos. No te preocupes que no tengo frío.
- Claro que sí mujer, que estamos en pleno Noviembre.
- Bueno, pues muchas gracias.
- Adiós Teresa.
- Adiós y que Dios te bendiga hijo.
- A usted Teresa.

Y ella siguió ahí, vendiendo algún que otro libro mientras yo me iba a mi casa.

Hoy en día Teresa ya tiene un piso que comparte con su amiga Carlota, aunque sigue montando su puesto de libros algunas veces. También manda una donación mensual de 400€ a Cáritas para construir escuelas en África.



Y es que la esperanza siempre brota donde menos se la espera.

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Espero que haya podido encontrar en esta entrada al menos una expresión que haya sido de su agrado y mediante la cual haya podido interiorizar una pequeña parte de lo que yo he querido transmitirle.


Muchas gracias por su tiempo.


3 comentarios:

Unknown dijo...

A eso le llamo yo estar sublimao.

Pininfarina dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Pininfarina dijo...

He de decir que he disfrutado con todas y cada una de las expresiones.

Pero el vídeo y Teresa han podido conmigo...


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