martes, 31 de marzo de 2009

Latidos



El 31 de Marzo de 1983 a las 21.56h, Helgi Sveinbjargarson bañaba a su hijita Þóra Helgadóttir en el 24 de la calle Bragi Páll, en el centro de Mosfellsbær, una ciudad modesta a 17km al Norte de Reikiavik. Helgi frotaba el cuerpecito de su hija de dos años mientras recordaba que al día siguiente probablemente perdiera su trabajo, y mientras las motas de espuma resbalaban por la espalda de su inocente hijita, Helgi no dejaba de hacer cuentas y de preguntarse como se las apañarían para llegar a final de mes.


Su esposa llevaba 3 meses ingresada en el hospital por un trágico accidente de tráfico y Helgi se desvivía por que recibiera los mejores cuidados posibles. Trabajaba 14 horas al día en un taller de reparación de tractores y otros vehículos agrícolas y con las míseras 70.000 krónas que sacaba al mes mantenía a su esposa en el hospital y a su hija en la escuela de Varmárskoli.
Casi inconscientemente aclaraba los dorados cabellos de Þóra mientras ella jugaba con el bote de champú vacío en el agua tibia de la bañera. Cuando hubo terminado la sacó de la bañera, la envolvió con una toalla verde oscuro y mientras ella se ponía el pijama Helgi comenzó a preparar la cena. Þóra eligió su pijama de nubes porque el de flores estaba sucio del desayuno de esa misma mañana.


Helgi abrió la despensa y observó lo vacía que se encontraba y se preguntaba como se iban a alimentar el resto del mes. Þóra jugaba con los calcetines, como si fuesen dos aviones que cruzaban el cielo. En estos aviones los pilotos no iban en la cabina, sino subidos encima de las alas. En un avión iban su padre y su madre y en el otro ella. Se echaban carreras surcando el cielo.
Mientras cenaban, Helgi estaba decidiendo llevar a su mujer a un hospital más barato y empezar a vender algunos de los cuadros que su abuela le había legado. Þóra dibujaba letras en el puré, haciendo surcos con la cuchara.


Cuando hubieron acabado de cenar, Helgi se inventó un cuento para su hija, como hacía todas las noches, esta noche el cuento estaba cargado de la melancolía y la tristeza en la que se encontraba embebido. El cuento trataba de un caballo que tenía que deambular solo en el desierto y que iba cantando mientras observabacomo huía su lánguida sombra.

Cantaba:


"Viajo sin rumbo ni gloria,

sin fatiga en mi demora,

el aliento de la soledad,

basta para mi honra.


Cuando alcance a descansar,

la brisa mecera mi cola,

y el alma del desierto llorará

el calor insipido de la historia..."


Cuando ya se hubo dormido Þóra, Helgi acarició el rostro de su hija, tan ignorante de lo crudo de la vida y rompió a llorar. Þóra se acercó a su oido y tras besarle la mejilla le susurró:
"Mañana volaremos mamá, tu y yo, alli a donde no hay krónas, ni tractores ni hospitales. Te lo escribí antes en el puré pero tu ni te diste cuenta. Sécate las lágrimas papá".


El 31 de Marzo de 1983 a las 22.47h se produjo un latido que no se perdió en lo inmenso del universo.


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