jueves, 29 de enero de 2009

Extrañamente familiar




¿Sabes cuando tienes esa sensación de ver a la misma persona allí donde vas?
Desde hace un par de semanas no dejo de ver a alguien que me es extrañamente familiar, aun no le pongo rostro pero me tomaré unos días más...

Esta mañana cuando volvía de la biblioteca él iba en el autobús, o por lo menos creo que alcancé a ver su rostro en la ventana del autobús... En una serie que emitían anoche en la televisión, ahi estaba él persiguiendo a unos delincuentes.

La semana pasada mientras esperaba al Metro juraría que estaba en el otro andén, y por los pasillos de la universidad me parece escuchar su risa.

Puede que no lo creais pero incluso me parecio ver su reflejo en el espejo del cuarto de baño mientras me duchaba. Ahí estaba él, mirándo al infinito como fuera de su propio cuerpo, como si no tuviera las riendas de su vida. Un instante y desapareció. Pensé que era extraño que alguien viviera "fuera de si", que viviera de manera automática.

Me intriga él, saber de su vida, como se llama, si tiene hermanos, si también sueña con caracoles, si le gusta el gazpacho o el sonido que hacen los cereales al sumergirse en la leche. Ojalá pudiera ver de que manera se ata los zapatos y cual es su pijama favorito. También me gustaría conocer con que mano agarra la raqueta y si prefiere los libros de bolsillo o los de tapa dura.

Estoy seguro de que ayer leyó la misma noticia que yo en el periódico: "Mujer de Líbano es detenida por intentar suicidarse, la condena es de muerte". Seguro que pensó que este mundo se vuelve cada vez más loco.

Aunque siempre que he visto fugazmente su mirada era perdida, ausente. En realidad debería dejar de hacerme ilusiones y de ser tan idealista, probablemente el esté demasiado acostumbrado a la rutina, demasiado hipnotizado por el ritmo del mundo como para pararse a disfrutar de todos esos pequeños detalles.

Si puidera hablar con él y decirle lo bello que es vivir y lo apasionante que es soñar. Le diría que mirara las nubes ser arrastradas por el viento, que ningún espectáculo supera eso, le diría que leyera todo lo que cayera en sus manos, que jamás encontraría un tesoro como ese. También le convencería para que se dejara arropar por los rayos del Sol para no sentirse solo y que bebiera la leche fría en invierno para bromear con el calendario.

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Ahí estaba, delante de mi.

Me lo encontré enfrente de un escaparate, se quedó mirandome. El escaparate estaba lleno de juguetes: una muñeca de trapo al lado de un coche teledirigido y un yoyo al lado de un Scalextric. Llevaba los mismos vaqueros que yo, las mismas zapatillas, y el mismo jersey; hasta mi misma bufanda de rayas rojas. Cuando levanté la mano para saludarle el levantó la suya de manera sincronizada.

Pensé que los dos nos estábamos esperando, que por fin iba a averiguar si le gustaba el sonido de los cereales y si el también habia pensado que es absurdo castigar con la muerte.

Al ir a abrazarle choqué con el escaparate. Nuestras caras hicieron el mismo gesto de sorpresa, aunque el mio era más sentido, su gesto era como actuado, como que estaba escrito que ahora tocaba sorpresa y él sin ningún tipo de emoción ponía esa cara.


No entendía, miré al rededor y no habia nadie. Estabamos los dos completamente quietos. Pensé volver a intentarlo. Acerqué mi mano a la suya y en vez de sentir la piel fue el frio vidrio del escaparate el que salió a mi encuentro.

2 comentarios:

Pininfarina dijo...

increíblemente bueno!!

yo no sueño con caracoles

pero me encanta el sonido de los cereales..

;)


domino

Anónimo dijo...

http://www.goear.com/listen/141e285/Going-home-(Local-hero)-mark-knopfler

Teresa.